La forma más habitual de realizar esta inmersión es desde tierra. Al entrar en las escaleras del Muellito de Playa Chica, se pasa por la zona de poca profundidad, siempre llena de bancos de peces. Desde allí se desciende a través de las grandes dunas sumergidas, atravesando el campo de anguilas, hasta la entrada del Agujero Azul, un pequeño túnel a poca distancia y muy fascinante en la entrada la arena y hacia el mar abierto. En el real hay varias cuevas y cavidades interesantes para buscar vida, desde enjambres de camarones narvales hasta pequeños corales anaranjados y gran diversidad de peces. También es un lugar ideal para observar especies pelágicas, así que no pierda de vista el azul.
Aquí encontramos enormes paredes que caen al abismo, rocas de formas imposibles, cuevas, arcos… todo ello enmarcado por fondos marinos de arena blanca y rodeado de cientos de peces y vida marina. Es una inmersión muy variada con diferentes posibilidades. Podemos encontrar coral naranja y una cueva con camarones narvales.
Esta es una inmersión muy especial. El exótico nombre de Waikiki ya nos transporta a zonas tropicales. El fondo de arena blanca refleja la luz del sol, creando ese efecto característico del Caribe o del sudeste asiático. Bajo el agua, a pocos metros, encontramos grandes poblaciones de peces, pero merece la pena seguir bajando hasta la orilla.
Estos tres barcos pesqueros de madera, construidos en el siglo pasado con el firme propósito de enfrentarse al océano para pescar, paradójicamente acabaron sus días en el fondo del mar y ahora son el hogar de quienes un día fueron sus presas. Los dos barcos inferiores están prácticamente terminados. En cambio, el más profundo tiene un aspecto fantasmagórico con las cuadernas que sobresalen de la quilla como las costillas de una columna vertebral.
Una inmersión recomendada para los amantes de los pecios. En una sola inmersión se pueden visitar los restos de hasta seis pecios. Curiosamente, las más superficiales son las que mejor se conservan e incluso una de ellas sobresale por debajo de las rocas del espigón del muelle, ofreciendo una vista poco habitual. Los restos de los barcos ofrecen un paisaje completamente diferente a cualquier otra inmersión en la isla y es una inmersión popular para los buceadores que visitan Lanzarote por primera vez.